domingo, 22 de junio de 2008

En Japón, dentro de los trenes, los policias tocan las tetas a las chicas, y la cola.
También, Maki nos dijo algo así como, que los japoneses por más dinero que tengan, siempre estarán triste. No es que me tomó por sorpresa ese comentario, porque de alguna manera lo sospechaba, por los pocos libros que he leído de autores japoneses, pero salido de su boca, fue raro. Entonces, inmediatamente, me pregunté si una persona cualquiera, de cualquier lugar del mundo, deja de estar triste definitivamente alguna vez, por el motivo que sea, y me respondí que no, que solo podemos tener buenos momentos y a veces muy buenos momentos, pero siempre va a existir un algo no resuelto, no encontrado, y muchos tantos “noes” que se irán con nosotros, eso es lo que creo. Personalmente me gusta lo que la tristeza puede dejarnos después, pensamientos como un pimpollo abierto, acercarme a lo intenso, y lo que sucede en las horas siguientes al llanto, como mirando a través de un vidrio recién terminado de limpiar.

El invierno llegó, y si bien es diferente cada vez, este año llegó riquísimo, el frío me está contracturando y levantarme de la cama cada mañana helada, no es de lo mas agradable, pero todo eso pierde peso cada vez que pienso en Maki, en las cosas que pasarán por su cabeza mientras me mira como queriendo decir algo, como queriendo soltar una oración esperando que yo entienda lo que ella esta diciéndome, esa es la sensación que mas horas en el día me lleva, desde que, creo, nos damos cuenta que los días pasan y que las dos queremos saber más de la otra, pero que estamos prácticamente en silencio, mientras no sonreímos ó vemos videos por internet, que hasta ahora nos ha servido de nexo para comunicarnos, al menos, observamos si compartimos gustos musicales, visuales, sensaciones.

De todos modos, lo que percibo, es que el día que podamos comunicarnos con miles de palabras, nuestra relación ya estará más que acostumbrada a los códigos que compartimos desde ahora, intuyo su escencia, y por escritos que me traducen de ella, entiendo que ella también esta sabiendo de mí, me tranquiliza que así sea.

lunes, 9 de junio de 2008

Una de las cosas que más me gusta de los días fríos, es disfrutar del fueguito, me gusta encenderlo, sobre todo un sábado ó un domingo, así que tranquilita acomodo las ramas, el papel y después me quedo mirando como una boba, ja!.

Hace bien considerar esos ratitos, mimar nuestros propios sentidos.

No es que no sepa encender el fuego, pero los días de semana prefiero que lo haga él, porque de ese modo, puedo seguir haciendo otras cosas, que a veces, porque así lo quiero, pienso que son actividades que dependen de mí, trabajitos de amas de casa, tal vez mi impaciencia e intolerancia de creer que lo voy a hacer mejor. Las mujeres a menudo somos complicadas, y otras veces, solo pienso que somos mas prolijas, no sé…podría decir entre tantas otras cosas, no voy a enumerar, que culturalmente, nos preparan desde chiquitas para ser futuras amas de casa, creo que aún hoy las madres esperan de sus hijas y pretenden de sus hijas pequeñas, lo que no se les cruzaría pretender de ningun hijo varón,…que feo.

Tal vez sea una señal de lo mucho que nos falta para dejar de ser machistas.

Con Maki estamos teniendo unos días super divertidos, por supuesto el primer día quiso probar el mate, todo prueba, pero no le gustó nada, tragó, hizo mil morisquetas y se ahogó, pero no escupió. Casi todo le gusta, en su lugar probaría menos de la mitad de las cosas, hasta ahora solo probé algas y casi vomito, no me gusta el pescado y parece, nada que tenga sabor a mar.

Sino me detuviera a pensar, que hace poco mas de una semana que llegó, creería que la conozco desde siempre, esa es la sensación que tengo, y un poco así, es la relación que tenemos también. Claro que no hablo su idioma, ni ella el mío, pero parece que nos alcanza con los gestos y con algunas palabritas que ya conocemos las dos, mezcla de inglés, japonés, dos idiomas que desconozco, y español.

Mientras barro la casa, ella muy silenciosa, sonriendo, posa la pala, donde tiro la basura, frente a la montañita de tierra, espera que tire dentro y la corre hacia atrás, unas tres veces, hasta ver que ya no queda mas polvo por levantar, repite esa acción a medida que voy recorriendo la casa.

También hemos cocinado juntas, armamos empanadas, revuelve la olla mientras ordeno, pone la mesa, etc. No estoy hablando de un mono, ó un extraterrestre, sé que eso parece, porque son detalles que casi nadie valora, y que para mí son tan importantes, pensemos lo que pensemos, seamos antiguas o modernas, para mí la casa y principalmente la cocina, tienen mucho valor en cuanto a comunicación entre mujeres se refiere, no sé…, en las cocinas hay historia, hay olores que nos llevan a recordar nuestra infancia, alguna vez.

martes, 3 de junio de 2008

Maki llegó

Me encanta el sonido que habita dentro del aeropuerto, me encanta el aeropuerto, nunca antes había ido. Por un momento sentada y apoyada sobre una gran ventana, cuando estuve sola, imaginé que también yo iba a viajar en ese instante, veía largas colas de gente con cara de viajar muy seguido, con valijas enormes , la mayoria podía ser de cualquier lugar del mundo, me impresionó la sensación del sonido del aeropuerto, mucho, y recordé el título de un disco de Brian Eno que creo se llamaba música para aeropuerto, porque así sonaba, como si fuera su música ó las canciones mas agradables de Saint Etienne ó Air, todo huele a limpio, a cosa importante, a no sé que nivel de mundo pero dista de ser tercero. Comprobé mi ignorancia sobre éste tipo de lugares cuando fui al baño y quise hacer correr el agua del inodoro pero no encontré ningún boton, cerré la puerta al salir y el agua corrió sola, ja!

Detrás de un panel acrílico esperabamos ver salir a Maki, nervios y el peso de las horas de esos dos meses que dijo estaría en Argentina casi me aplasta el frizz, pero todo eso pasó apenas pasadas unas horas de verla sonreír, a los dos días estaba pensando cuanto iba a lamentarme el día que llegue la hora de despedirnos.

Maki no saludó con un beso, pero sí nos abrazó contenta, al fín, la que no hizo nada fui yo, que de tanto pensar en como saludarla, fuí una estatua.